Los protectores solares tienen la función de filtrar los rayos solares, y reducir sus efectos negativos en la piel. De hecho, evitan que los rayos del sol UVA, lleguen a la capa interna de la piel (la dermis) y los rayos UVB que lleguen a la capa más externa (la epidermis).
Hay dos tipos de estos protectores: Los “químicos” y los “físicos”. El protector físico es el que llamamos el protector solar, que contiene una dosis más alta de dióxido de titanio, creando una especie de barrera para el paso de los rayos UV. Generalmente los Filtros físicos dejan una capa blanca sobre la piel, debido a la concentración de dióxido de titanio que es una sustancia reflectante.
En el caso de la forma química de protección, esta es más compleja. Hay en ellas, sustancias que interaccionan con la radiación UV absorbiéndola y produciendo cambios en su estructura, por lo que la radiación UV es absorbida por esta delgada capa de productos químicos y no llega a los melanocitos, las células que dan color a la piel. En otras palabras, hace que la piel reciba una menor fracción de la energía solar dejándola menos agresiva y refleja el resto. Los filtros químicos no dejan esa capa blanquecina en la piel.
El Factor de Protección Solar significa el tiempo que una persona puede permanecer expuesta al sol más allá de lo que permite su piel. Por ejemplo, con Factor 20 puede permanecer en el sol durante un período veinte veces mayor hasta que su piel se torne rojiza.
Por eso es importante que pieles más claras, deban utilizar un mayor factor de protección solar. Los Dermatólogos aseguran que es mejor usar factores de protección más elevados a los recomendados para su piel, mismo que las diferencias de protección no sean muy grandes.
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